Mártires coreanos, semilla de nuevos cristianos

Hoy la Iglesia celebra a San Andrés Kim, Pablo Chong y los mártires coreanos, que entregaron sus vidas para dar testimonio de su fe en Cristo, en el siglo XIX. Un total de 101 de ellos fueron canonizados por el Papa San Juan Pablo II, en Seúl, en 1.984, y otros 124 beatificados por el Papa Francisco en su visita de 2.014, si bien, se calcula se calcula que cerca de 8.000 pudieron ser martirizados en apenas 30 años.

El cristianismo no llegó a Corea por misioneros, sino por laicos. Algunos diplomáticos coreanos, en visitas a Pekín, tuvieron noticia de una religión desconocida. Se formaron en la nueva fe, la llevaron a su país y allí prendió. Pidieron al Papa Pío VII misioneros, y la Sociedad de Misiones Extranjeras mandó a tres sacerdotes franceses, Lorenzo Imbert, Pedro Maubant y Santiago Castan, quienes se encontraron a una comunidad de mil fieles. Sin embargo, al cabo de tres años, los misioneros fueron martirizados. 

Pero la semilla ya había prendido. Los sacerdotes habían mandado a tres jóvenes a Macao, para formarse, uno de ellos Andrés Kim, el primer sacerdote nativo. Regreso a su país, en 1.843, para preparar la llegada de nuevos misioneros, pero tres años después fue decapitado, al igual que Pablo Chong, cuyo martirio se conmemora hoy, catequista que contribuyó decisivamente a transmitir el cristianismo en Corea.

Ante la persecución del cristianismo por los gobernantes de entonces - y hoy en la comunista Corea del Norte-, el pueblo coreano ha buscado siempre especial refugio en la Virgen María. Son frecuentes los grupos de oración en la catedral de Seúl, pidiendo por la reunificación de la Península coreana. El rosario, el escapulario, las medallas son objeto de especial devoción

Por eso, en Corea del Norte, la dictadura persigue con especial saña los santuarios marianos, pese a lo cual, en plena dictadura, en 1.988, los cristianos consiguieron construir la nueva catedral en la capital, Pyongyang.

Hablamos pues de una  Iglesia heroica, que ha conseguido sobreponerse a múltiples tribulaciones, incluidas la ocupación japonesa, la II Guerra Mundial o la guerra civil que llevó a la partición de la Península.

El caso de los cristianos coreanos es el de la misma Iglesia, forjada con la semilla de miles de mártires y santos que dan testimonio, con la valerosa entrega de sus vidas por amor a Cristo y siempre con el perdón en sus labios. Cuando me hablan de equidistancia y de que todas las religiones son iguales, debo decir que no. No conozco ninguna que tenga los mártires de la Iglesia Católica, y que los venere como lo hace, y menos que ninguna otra religión el Islam, que desde los orígenes, con su Profeta, ha expandido sus creencias por el poder de la espada.

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