Desmontando la Leyenda Negra

 Es tanto el cúmulo de mentiras que los enemigos de nuestra patria han ido inventando a lo largo de los siglos, y que han alimentado la Leyenda Negra, que es tarea titánica desmontar ese relato, sobre todo, cuando los propios españoles, a menudo por ignorancia de la épica de nuestra Historia, compran ese relato.

 Un ejemplo entre tantos es la Historia de la mal llamada Armada Invencible, título que los ingleses atribuyeron a la que en realidad fue la Gran Armada, que nuestro rey Felipe II alistó, para hacer valer sus derechos en Inglaterra. Debía transportar a los tercios desde Flandes, para desembarcar en las costas de Inglaterra, pero el temporal (se atribuye a nuestro rey aquella famosa frase de “no envié mis barcos a luchar contra los elementos”), el desacierto al elegir las zonas de desembarco, y en muy menor medida la acción de la flota inglesa, desbarató el plan de invasión. La historiografía inglesa, que luego se convirtió en verdad oficial, dice que Inglaterra infligió una terrible derrota a nuestras armas. La realidad es otra. De los 20 galeones – barcos de guerra-, apenas 3 no resistieron los embates de las tempestades, y el resto de la flota, prácticamente todos barcos mercantes, consiguió regresar al puerto de Santander, al igual que los barcos de guerra, bien es cierto, que dañados por el temporal. Ninguno de los barcos españoles fue destruido por barcos de guerra ingleses. Es cierto que fracasó el objetivo de la expedición, pero no que nuestra Gran Armada fuera derrotada estrepitosamente, todo lo contrario, ni que nuestro poderío naval o el dominio que tenía nuestro país en todos los mares se viera mínimamente comprometido.

 La reina de Inglaterra, Isabel I, calculó erróneamente que España se encontraba débil, tras este contratiempo, pues no fue otra cosa, y pensó que era el momento oportuno de atacar a su eterno rival. Entonces mando al año siguiente de la expedición española, en 1.589. su Contra Armada, contra España y Portugal -ésta unida en aquel momento y durante 80 años bajo la soberanía española), y que apenas figura en la Historia oficial de Inglaterra. Y esa sí fue una tremenda derrota. La flota inglesa – muy superior a la Gran Armada que España había alistado el año anterior-, con un total de 180 barcos y 27.667 hombres, se estrelló estrepitosamente frente a las murallas primero de La Coruña, donde destacó la valiente y popular María Pita, y luego en Lisboa. Al cabo de estos dos terribles fracasos, apenas regresó a Londres un tercio de los soldados que habían emprendido la campaña.

 El resultado fue que, en 1.604 y ya bajo el reinado de Felipe III, se firmó con Inglaterra el Tratado que ponía fin a la guerra iniciada por Felipe II, muy favorable a la Monarquía Hispánica: Inglaterra renunciaba a impedir el tráfico marítimo de España con sus posesiones de Flandes, y al corso que hostigaba a los barcos españoles en el océano Atlántico, mientras que España se limitaba a no tratar de imponer un rey católico en Inglaterra.

 La pérfida Albión salió escaldada, pero no es eso lo que nos han contado.

 

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