Memoria
Histórica.
En una
decisión sorprendente, el Ayuntamiento de Madrid, a petición de VOX y con el
beneplácito del PP y de Ciudadanos (en este caso, con una matización), ha
retirado del callejero de la capital los nombres de los dirigentes socialistas
de la II República y de la Guerra Civil Largo Caballero e Indalecio Prieto. Y
digo sorprendente no por merecido, sino porque la derecha española se atreva a
enfrentarse a la Historia oficial que nos vende la izquierda. Hace años y por
orden del Gobierno socialista del muy sectario Zapatero, se retiró la estatua
ecuestre del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, en los Nuevos
Ministerios de Madrid. Y lo hizo, con nocturnidad y alevosía, siendo Alcalde el
popular Alberto Ruiz Gallardón, quien no hizo nada para evitarlo. Tal vez no
tenía autoridad para ello Al parecer, la Alcaldía no tiene potestad en materia
de monumentos, porque si no, no se explica que a la vuelta de la esquina donde
lucía la estatua del Caudillo, hay otra de Largo Caballero, uno de los
principales artífices de llevarnos a la Guerra Civil. Claro que, después de
Zapatero, gobernó el PP de Rajoy, quien tampoco hizo nada, ni derogó la
malhadada Ley de Memoria Histórica dictada por Zapatero. La derecha, como
siempre, con sus complejos por los cuarenta años de Franquismo, que no fue
responsabilidad suya y, en cambio, la Transición y la democracia sí la trajo la
derecha (Adolfo Suárez, Secretario General del Movimiento, Torcuato Fernández
Miranda, el Rey nombrado sucesor por el Caudillo, el Ejército que se sujetó al
mandato de Franco de prestar obediencia al Rey, las Cortes franquistas que se
auto disolvieron…).
En cuanto a
los personajes que están ahora en los titulares, hay que destacar su tremenda
responsabilidad en la deriva totalitaria que tomó la II República y que nos
llevó al terrible enfrentamiento fratricida que comenzó en 1.936. En el caso de
Largo Caballero, autoproclamado con orgullo como el Lenin español, ya destacó
en la convocatoria de las huelgas de 1.917, origen de la Semana Trágica de
Barcelona, que se saldó con centenares de muertos. Con la instauración de la
Dictadura de Primo de Rivera – apoyada por toda la clase política, también por
el PSOE, y por los intelectuales-, es nombrado Ministro de Trabajo. En 1.930
apoya el Golpe de Estado militar de los hermanos Galán, en Jaca, felizmente
fracasado, y que intentaba instaurar la República. A partir de la proclamación
de ésta, apoyó su sectaria y anti religiosa Constitución, así como los
incendios de centros religiosos que se iniciaron desde el primer momento con la
complicidad de la policía del régimen y sus autoridades. Tras la victoria de
las derechas – la CEDA, de Gil Robles-, en las elecciones totalmente limpias de
1.933, organizó la Revolución – Golpe de Estado en España, aunque sólo prendió en
Asturias, a donde el Gobierno hubo de mandar a la Legión, comandada por Franco,
para salvar a la República. Se saldó con miles de muertos. Tras las elecciones
de 1.936, ganadas por el Frente Popular tras un pucherazo evidente, Largo
Caballero, que había bolchevizado al PSOE, se lanzó abiertamente a provocar a
Guerra Civil, en el supuesto de que la ganarían las izquierdas y así tener la
excusa para exterminar a las derechas. Sería muy prolijo detallar sus infamias
durante la Guerra Civil.
Y qué decir de
Indalecio Prieto, cuya Guardia personal, junto con la Guardia de Asalto -la
policía del régimen-, sacó de su casa al líder de la oposición Calvo Sotelo y
lo mataron de un tiro en la nuca.
Tras la guerra
y con el oro que habían robado del Banco de España, ambos vivieron un dorado
exilio, al igual que Santiago Carrillo, el genocida de Paracuellos, y de la
Pasionaria, quien amenazó de muerte a Calvo Sotelo en sede parlamentaria, y que
también cuentan con reconocimiento en el callejero madrileño.
Ésta sí es la
auténtica memoria Histórica, de la que no quieren hablar los corifeos de la
Verdad oficial social comunista.
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