El relato mentiroso de la Leyenda Negra

 Resulta desalentador cuando las mentiras sobre la Leyenda Negra no vienen de la ignorancia del pueblo llano, sino de personas que se suponen instruidas. Tuve ocasión de enfrentarme dialécticamente, el pasado verano, con un periodista venezolano conocido de mi etapa como jefe de Prensa de FITUR. Trabamos cierta relación. Le pilló el aislamiento en una visita a España, donde se vio confinado hasta la fecha, sin recursos.

 Al parecer, un pequeño grupo había mancillado la estatua que hay en Madrid de Simón Bolívar, el mal llamado “Libertador”. Mostraba su disgusto por tal acción, sin duda, condenable, pero lo hacía con una serie de exabruptos sobre la extraordinaria labor civilizadora que España desarrolló en el Nuevo Mundo: los sanguinarios Hernán Cortés o Francisco Pizarro, genocidas de los pueblos aztecas e inca, los crímenes de Colón al llegar a América y un largo etcétera. Contraponiéndolos a ese gran prócer de la independencia de aquellos pueblos sojuzgados (captan la ironía?).

 Para empezar, qué mala es España -cierto que a veces ha ejercido de madrastra respecto a nuestros hermanos de allende los mares-, que tiene estatuas de quien desde toda óptica no deja de ser un traidor, pues como español del otro hemisferio se rebeló contra su rey y su patria, o la que dedica, en la madrileña calle de Islas Filipinas, a la memoria de José Rizal, que instigó la independencia de Flipinas (luego sojuzgada por sus libertadores useños). En cambio, en México no hay un triste monumento de reconocimiento a Hernán Cortés, el auténtico forjador de la actual nación mejicana, sobre una población y culturas mestizas que nada tienen que ver con la esa sí sanguinaria  civilización azteca. Es más, su tumba está escondida en una pequeña iglesia de la capital, posiblemente para evitar su profanación. De hecho, durante mi viaje de novios por aquel entrañable país hermano, no conseguí dar con ella.

 Rebatí los desabridos argumentos de mi vehemente interlocutor, en intercambio epistolar, intentando hacerle ver que con sus luces y sus sombras, la labor civilizadora y evangelizadora de España en Hispanoamérica no tiene igual en la Historia de la Humanidad: Leyes de Indias que protegían a los indios y que la misma Reina Católica calificó como súbditos de España con todos sus derechos; el mestizaje con la población nativa, la construcción de hospitales, universidades, el aprendizaje de las lenguas indígenas que se ha conseguido preservar hasta la actualidad… en fin, el detalle pormenorizado sería interminable.

 Y en cuanto a la figura de Simón Bolívar, historiadores que se salen de la línea oficial, destacan la crueldad con que se desempeñó – también contra la población civil- en la guerra civil, que no de Independencia. Se olvida que en los procesos de “liberación”, el pueblo mayoritariamente se pronunció a favor de España, pues se sentían españoles. La Independencia fue promovida por algunas élites criollas, ávidas de poder y alentadas por la Masonería -siempre enemiga de la Iglesia Católica y de su mayor defensora, España- y británicos y yankees. Y ello aprovechando el momento en que la Península Ibérica estaba sometida por la tiranía de Napoleón, en la Francesada.

 Tras la traumática ruptura, lo que había permanecido unido y en paz casi ininterrumpida durante tres siglos, con unos niveles de prosperidad desconocidos incluso en algunos países europeos, cayó en la desunión y en pequeñas repúblicas, dominadas por el caciquismo, la corrupción, pobreza, destrucción de poblaciones nativas (por ejemplo, los mapuches, a cargo de la nueva república chilena creada por O’Donell), y sometidos por británicos y yakees, que éstos sí se dedicaron al expolio de los nuevos países.

 Terminaba mi buen amigo venezolano alarmado ante el “resurgir del fascismo en Europa y de figuras como Hitler, Mussolini y Franco”. ¡Equiparar a Franco con Hitler o Mussolini, qué gran disparate!. Esto es entrar en otro debate, pero ni Franco fue un fascista, ya que en España nunca llegó a prender esa ideología, ni fue un dictador, más bien un autócrata, que pese a las sombras de su gestión, como toda labor humana, hay que radmitirle grandísimos logros que algún día la Historia le reconocerá. Sin duda, el mayor de esos logros fue haber salvado a España de las garras del Comunismo – en realidad, el único país que consiguió derrotarle en el campo de batalla-, y por extensión, a la Iglesia Católica de su exterminio.

 Volviendo al principio, que daba pie a estas líneas, cuatro descerebrados se hacen unas fotos ofensivas ante la estatua de Simón Bolívar. ¿Cómo debemos expresar nuestro descontento o más bien indignación, frente al movimiento marxista Black Lives Matter, que está derribando en los Estados Unidos, estatuas de San Junípero Serra, Cristóbal Colón y hasta de Cervantes, que como todo el mundo sabe, fue un gran esclavista, tal es así, que se dejó prender por los sarracenos y perdió cinco años de su vida en la cárcel de Argel?

 

 

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