"Reza como si todo dependiera de Dios"

La frase es del Padre de la Iglesia San Agustín de Hipona. Confieso que soy profundamente agustiniano. Me eduqué en el colegio San Agustín de Madrid y esa decisión que tomaron mis padres es uno de los mejores regalos que me pudieron hacer. Me gusta pensar que el paso por un colegio religioso te deja un sello indeleble en tu personalidad, pero viendo las amistades que conservo de aquellos felices años, resulta desalentador comprobar que la mayoría viven alejados de la religión, cuando no militan en el agnosticismo, o aún peor, en el ateísmo. Y me temo que no es algo infrecuente en colegios católicos. ¿Qué es lo que falla para ese desapego hacia la religión?. Tal vez sea injusto atribuir toda la culpa a los colegios, y habría que preguntar qué papel juegan las familias.

Es muy cómodo delegar la educación a los centros de enseñanza. Éstos proporcionan los conocimientos a los chicos, pero la educación en los principios y valores que deben guiar nuestras vidas es responsabilidad de los padres. Cuántos de ellos llevan a sus hijos a hacer la Primera Comunión, porque está la fiesta, el vestido de princesa, los regalos... y luego, los niños no vuelven a pisar una iglesia, entre otras cosas, porque los mismos padres viven alejados de ella. Sin Fray Ejemplo no podemos pretender otra cosa.

La fe es el don más precioso, se tiene o no se tiene, pero no basta con tenerla, hay que cultivarla, y es en casa donde se aprende. Me precio de haber inculcado en nuestras hijas el amor por la oración y la fe cristiana, al igual que yo la recibí de mis padres, y estoy seguro de que esa fe les será de gran utilidad en la vida, más incluso que todos los conocimientos que puedan adquirir en la escuela. Cuán importante es la fe, especialmente en momentos de tribulación o cuando se pierde a un ser querido.

Nuestra sociedad vive alejada, de espaldas a Dios, y de ahí vienen muchos de los males que aquejan al mundo. Antes no era así. No digo que en tiempos pasados no hubiera injusticias, guerras... el mal ha estado presente en la Historia de la Humanidad desde que el mundo es mundo, y nuestros padres Adán y Eva se dejaron tentar por el Maligno en el Paraíso. Pero es verdad, que antes Dios era el centro de la vida de los hombres, hasta que llegó la Modernidad y los hombres empezaron a creerse nuevos dioses, omnipotentes y por encima del bien y del mal. El progreso y los avances técnicos, que permiten el avance de la civilización, están bien sin duda, pero sin olvidar lo pequeños que somos y que hay alguien por encima de nosotros. 

Baste con ver la actual pandemia. Nos creíamos dioses y resulta que un simple virus nos ha puesto en nuestro sitio, o cualquier desastre natural, ante el cual nos vemos impotentes.

El mundo iría bastante mejor si procuráramos cumplir los 10 mandamientos entregados por Yaveh a Moisés en el Sinaí, comunes a las tres grandes religiones monoteístas - en realidad, preceptos válidos para cualquier hombre independientemente de sus creencias religiosas o ausencia de ellas-, y que se resumen en "amarás al prójimo como a ti mismo y a Dios sobre todas las cosas"..

 


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