13 de octubre: el Milagro del Sol
El pasado 13 de octubre, se cumplía el aniversario del Milagro del Sol, acontecido en Fátima (Portugal), en 1.917.
En la aparición del día 13 de septiembre de ese año, Nuestra
Señora anunció a los tres pastorcitos de Fátima:
“En octubre haré el milagro, para que
todos crean”.
Pues bien. El 13 de octubre de 1917, 70.000 personas, incluyendo
periodistas, fueron testigos del milagro que había sido anunciado por los tres
niños a quien Nuestra Señora se había aparecido.
Al mediodía, tras una fuerte lluvia
que paró de repente, las nubes se abrieron frente a los ojos de todos y el sol
apareció en el cielo como un disco luminoso opaco, que giraba en espiral y
emitía luces coloridas.
El fenómeno duró alrededor de 10 minutos y está en la lista
oficial de milagros reconocidos por el Vaticano.
Los escépticos intentan atribuir el evento al fenómeno atmosférico
del parhelio, pero sin presentar pruebas y sin explicar cómo fue que los niños
lo “previeron”.
El “Milagro del Sol”, como fue conocido ese impresionante evento
sobrenatural testimoniado por 70.000 personas, transformó lo que era una mera
“revelación privada” en un auténtico llamamiento de Cristo a su Iglesia.
No sólo el contenido del mensaje de Fátima se refería a la
Iglesia del mundo entero sino que su propia evidencia se dio públicamente,
de manera extraordinaria: el día 13 de octubre de 1917, “el sol bailó”
frente a más de 70.000 hombres y mujeres, pobres y ricos, sabios e ignorantes,
creyentes y no creyentes.
Conforme al testimonio de José María de Almeida Garrett,
eminente profesor de ciencias de Coimbra, lo que sucedió ese día fue que el sol
“giró sobre sí mismo en una loca voltereta (…) Hubo también cambios de color en
la atmósfera (…) El sol, al girar locamente, parecía de repente que se soltaba
del firmamento y, rojo como la sangre, avanzaba amenazadoramente sobre la
tierra como si fuera a aplastarnos con su peso enorme y abrasador (…) Tengo que
declarar que nunca, ni antes ni después del 13 de octubre, observé semejante
fenómeno solar o atmosférico”.
El significado
Para el pueblo más sencillo, el milagro se resume en pocas
palabras. Simplemente, “el sol bailó”.
Más que describir físicamente el fenómeno, lo que interesaba a la
mayoría de las personas era lo que no se podía ver, pero que quedaba patente
por aquella portentosa obra que ellos tenían frente a sus ojos: Nuestra Señora
verdaderamente se apareció a tres humildes pastorcitos en Fátima.
A Lucía, Jacinta y Francisco, de hecho, fue dada una amplia visión
de la realidad: la Virgen María, “al abrir sus manos, las reflejó en el sol”. Y
mientras se elevaba, seguía el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol
(…). Una vez desaparecida, Nuestra Señora, en la inmensa distancia del
firmamento, vimos, al lado del sol, a san José con el Niño y a Nuestra Señora
vestida de blanco, con un manto azul”, declararon.
En la última aparición de la Virgen de Fátima, por lo tanto, brilla
frente a los videntes la imagen de la Sagrada Familia de Nazaret.
Ese hecho puede indicar que “la confrontación final entre el Señor y el reino de
Satanás se relacionará directamente con la familia y el matrimonio”.
Cuando el camino ordinario de santificación de la humanidad, que
es el matrimonio, se encuentra obstruido por la producción desenfrenada de
pornografía y por la popularización de los “pecados de la carne” (que, según
la respuesta de la propia Virgen María a la pequeña Jacinta, constituyen la
clase de pecados que más ofende a Dios), el resultado sólo puede ser una
pérdida incalculable de almas (realidad a la que la Madre de Dios ya había
aludido, cuando dio a los niños la visión del infierno).
Aquel 13 de octubre, la Santísima Virgen tenía un pedido especial,
que quedaría grabado en el corazón de los pastorcitos.
“No ofendan más a Dios Nuestro Señor,
que ya está muy ofendido”.
En la aparición del día 13 de septiembre de ese año, Nuestra
Señora anunció a los tres pastorcitos de Fátima:
“En octubre haré el milagro, para que
todos crean”.
Pues bien. El 13 de octubre de 1917, 70.000 personas, incluyendo
periodistas, fueron testigos del milagro que había sido anunciado por los tres
niños a quien Nuestra Señora se había aparecido.
Al mediodía, tras una fuerte lluvia
que paró de repente, las nubes se abrieron frente a los ojos de todos y el sol
apareció en el cielo como un disco luminoso opaco, que giraba en espiral y
emitía luces coloridas.
El fenómeno duró alrededor de 10 minutos y está en la lista
oficial de milagros reconocidos por el Vaticano.
Los escépticos intentan atribuir el evento al fenómeno atmosférico
del parhelio, pero sin presentar pruebas y sin explicar cómo fue que los niños
lo “previeron”.
El “Milagro del Sol”, como fue conocido ese impresionante evento
sobrenatural testimoniado por 70.000 personas, transformó lo que era una mera
“revelación privada” en un auténtico llamamiento de Cristo a su Iglesia.
No sólo el contenido del mensaje de Fátima se refería a la
Iglesia del mundo entero sino que su propia evidencia se dio públicamente,
de manera extraordinaria: el día 13 de octubre de 1917, “el sol bailó”
frente a más de 70.000 hombres y mujeres, pobres y ricos, sabios e ignorantes,
creyentes y no creyentes.
Conforme al testimonio de José María de Almeida Garrett,
eminente profesor de ciencias de Coimbra, lo que sucedió ese día fue que el sol
“giró sobre sí mismo en una loca voltereta (…) Hubo también cambios de color en
la atmósfera (…) El sol, al girar locamente, parecía de repente que se soltaba
del firmamento y, rojo como la sangre, avanzaba amenazadoramente sobre la
tierra como si fuera a aplastarnos con su peso enorme y abrasador (…) Tengo que
declarar que nunca, ni antes ni después del 13 de octubre, observé semejante
fenómeno solar o atmosférico”.
El significado
Para el pueblo más sencillo, el milagro se resume en pocas
palabras. Simplemente, “el sol bailó”.
Más que describir físicamente el fenómeno, lo que interesaba a la
mayoría de las personas era lo que no se podía ver, pero que quedaba patente
por aquella portentosa obra que ellos tenían frente a sus ojos: Nuestra Señora
verdaderamente se apareció a tres humildes pastorcitos en Fátima.
A Lucía, Jacinta y Francisco, de hecho, fue dada una amplia visión
de la realidad: la Virgen María, “al abrir sus manos, las reflejó en el sol”. Y
mientras se elevaba, seguía el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol
(…). Una vez desaparecida, Nuestra Señora, en la inmensa distancia del
firmamento, vimos, al lado del sol, a san José con el Niño y a Nuestra Señora
vestida de blanco, con un manto azul”, declararon.
En la última aparición de la Virgen de Fátima, por lo tanto, brilla
frente a los videntes la imagen de la Sagrada Familia de Nazaret.
Ese hecho puede indicar que “la confrontación final entre el Señor y el reino de
Satanás se relacionará directamente con la familia y el matrimonio”.
Cuando el camino ordinario de santificación de la humanidad, que
es el matrimonio, se encuentra obstruido por la producción desenfrenada de
pornografíaa y por la popularización de los “pecados de la carne” (que, según
la respuesta de la propia Virgen María a la pequeña Jacinta, constituyen la
clase de pecados que más ofende a Dios), el resultado sólo puede ser una
pérdida incalculable de almas (realidad a la que la Madre de Dios ya había
aludido, cuando dio a los niños la visión del infierno).
Aquel 13 de octubre, la Santísima Virgen tenía un pedido especial,
que quedaría grabado en el corazón de los pastorcitos.
“No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.
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