El Valle de los Caidos, lugar de oración y reconciliación: 57 mártires enterrados

 En la Basílica del Valle de los Caídos hay más de 34.000 enterrados, caídos en los dos bandos de la Guerra Civil, aunque se presume que pueden ser bastantes más. En esa cifra están incluidos 57 beatos y 15 siervos de Dios mártires por su fe durante el conflicto fratricida que asoló España el siglo pasado. El número de beatos puede incrementarse, a medida que se aprueben nuevos procesos de beatificación y canonización. El antiguo Valle de Cuelgamuros, reconvertido en Abadía benedictina, cuyo legado es preservado por esa orden religiosa, fue pensado como lugar de paz y de reconciliación entre ambos bandos enfrentados, y de oración, un lugar cristiano, presidido por la mayor Cruz del mundo, desde la cual, Nuestro Señor, que entregó su vida por la expiación de los pecados de los hombres, nos invita a perdonar del mismo modo a nuestros hermanos.

 La mayoría de los beatos se encuentran en las capillas del Sepulcro y del Santísimo, pero de aquí en su mayor parte pasaron en 1990 a la capilla de la Virgen del Pilar por una reubicación de restos de caídos de un piso de columbarios por problemas de humedad. Los grupos principales proceden de Almería (un total de 20 beatos), Madrid (entre ellos, las 7 beatas adoratrices y 3 salesas o visitandinas) y otros lugares como Carrión de Calatrava, pero los hay de diversas procedencias. Han ido siendo elevados a los altares en sucesivas beatificaciones llevadas a cabo por los papas San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Además de los 15 siervos de Dios, hay otras personas cuyo proceso de beatificación se puede abrir en tiempos próximos.

La comunidad benedictina desarrolla diariamente su vida monástica de oración, trabajo y estudio. Al lado de ella, una escolanía de niños cantores, la única del mundo que diariamente canta la Misa según la más pura tradición gregoriana y que se ha ganado fama internacional, solemniza esta oración que desde el seno de la montaña quiere elevarse hasta Dios por el mundo y por todos los hombres, y más especialmente por España y por los españoles, tanto vivos como difuntos. Y junto con todos ellos, no hay que olvidar a las personas que trabajan para sacar adelante el lugar. 

 La Basílica fue bendecida (y, con ella, las capillas sepulcrales) por el abad de Silos Dom Isaac Toribios en 1958 y nuevamente al ser consagrada como Basílica pontificia por el cardenal Gaetano Cicognani en 1960, como legado del papa San Juan XXIII, quien, por cierto, visitó el Valle antes de estar terminadas las obras y de ser Papa (también el cardenal Ratzinger, futuro Benedicto XVI, lo visitó antes de su elevación a la sede petrina).

Comentarios

Entradas populares de este blog

Isabel la Católica en Washington

Cura húngaro perseguido por los soviéticos

El Cardenal Cisneros, reformador de la Iglesia en España