Nuestras relaciones con Marruecos

 La presencia española en África es bastante antigua. Desde el año 42, el norte del vecino continente formó parte del Imperio Romano, y desde el año 285, la parte tingitana dependía de la diócesis Hispaniorum. La invasión musulmana malogró la unidad – pese al Estrecho de Gibraltar-, política de ambas orillas. Al cabo de 8 siglos, los Reyes Católicos consiguieron derrotar definitivamente al Islam en el solar patrio.

 En 1.415, Juan I de Portugal recuperaba la antigua ciudad fenicia de Ceuta. La piratería berberisca obligó a la monarquía española a seguir una política de aseguramiento de fronteras en el continente vecino. Pedro de Estupiñán la iniciaba con la toma de Melilla, en 1.497. Será después del Cardenal Cisneros quien la prosiga bajo su Regencia, y la de Fernando el Católico, con la  ocupación de las plazas piratas de Mazalquivir (1505), Peñón de Vélez de la Gomera (1508), Orán (1509), Bugía (1510) y Trípoli (1510). Pedro Navarro, Conde de Oliveto, natural de Navarra, fue uno de los mayores ingenieros de la historia militar española, a quien se le atribuye el éxito de la conquista de aquellos nidos de piratas.

Las correrías de los piratas berberiscos provocaron la toma del Peñón de Alhucemas en 1673. El nacimiento del reino de Marruecos fue en 1666, cuando los alauíes, actuales gobernantes, unificaron varios reinos norteafricanos, formando el sultanato marroquí, que ocupaba menos de la mitad de su actual territorio. De aquellos territorios, permanecieron españolas Ceuta y Melilla y los dos peñones. Ceuta pasó a la monarquía española en 1580, como el resto del reino luso, pero cuando se independizó de España en 1640, Ceuta decidió mantenerse española.

En 1912, el sultanato de Marruecos quedó bajo protección francesa, excepto el norte rebelde a su dominio, que fue entregado a España, que lo rigió como Protectorado, hasta 1956, en que fue devuelto a Marruecos, cuando recobró su independencia.

La monarquía alauí reivindicó “el Gran Marruecos”, incluyendo los territorios que alguna vez formaron parte del imperio medieval almohade (siglo XII), que abarcaba desde Mauritania, gran parte de Argelia y el sur de la España peninsular (Al Andalus).

 Después de la Guerra de Sidi Ifni (Santa Cruz de Mar Pequeña, históricamente vinculada a Canarias), con un millar de muertos y el boicot estadounidense a usar el armamento en defensa de nuestro territorio, se decidió el abandono del mismo

Pero el apetito voraz y expansionista marroquí no se vio satisfecho, tras el robo del Protectorado, Sidi Ifni, la franja de Tafalla y, finalmente, en 1975, el Sahara español, del cual seguimos siendo soberanos según la ONU. El Sahara escondía enormes reservas de fosfatos y una plataforma rica en recursos pesqueros. El censo de 1970, único reconocido por la ONU nunca llevado a cabo por la invasión marroquí de la Marcha Verde, reconocía a 75.000 saharahuis; la capital El Aaiun se había transformado en una moderna ciudad, con importante población española (sobre todo canaria).

Marruecos se beneficia de su Tratado de Amistad con los EE.UU., de 1777, lo que le convierte en uno de sus alidados estratégicos, país al que compra abundante y moderno material militar, que en los últimos años reduce peligrosamente la diferencia militar entre España y Marruecos. Aparte que EE.UU., a menudo, se pone del lado de su aliado norte africano.

Por último, conviene recordar que al incorporarnos a la OTAN, España no hizo valer la españolidad de Ceuta y Melilla, de tal manera que ambas ciudades quedan fuera de la protección de la Alianza Atlántica, frente a una nada descartable agresión marroquí.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Isabel la Católica en Washington

Cura húngaro perseguido por los soviéticos

El Cardenal Cisneros, reformador de la Iglesia en España