La campana de San Patricio que expulsaba a los demonios

 y muchas historias notables sobre san Patricio y una campana que usaba para llamar a la gente de Irlanda a la oración.

Según varios relatos de su vida, san Patricio usaba con frecuencia una campanilla dondequiera que iba. Y «siempre que san Patricio establecía una nueva comunidad cristiana o parroquia en algún lugar de Irlanda, elegía a uno de sus discípulos para que la dirigiera después de su partida, y le regalaba una campana para llamar a los feligreses a la oración , y para usar durante las ceremonias religiosas».

Además de cumplir una función práctica, la campana de san Patricio también se utilizó como herramienta para la batalla espiritual.

En un libro del siglo XIX sobre la vida de san Patricio, el autor explica cómo san Patricio usaba la campana contra los malos espíritus que lo atormentaban en la montaña de Croagh Patrick.


Luego hizo su campana, la campana que parece que llevaba consigo a todas partes y que sin duda estaba especialmente bendecida. Para expulsar a todos los demonios del aire superior». Entonces arrojó la campana [a los espíritus malignos] con santa ira, de modo que se rompió un pedazo de ella.


Sonido que aleja el mal

La Iglesia católica ha preservado esta habilidad de las campanas para expulsar demonios en el Ritual Romano de bendición de las campanas, donde el sacerdote reza:

«A su sonido, que todos los espíritus malignos sean ahuyentados». 


Hay algunas leyendas que dicen que san Patricio expulsó a todas las serpientes de Irlanda usando su campana , lo que podría estar refiriéndose a los malos espíritus, o a las serpientes que habitaban en la Isla Esmeralda.

La campana de san Patricio se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Dublín, Irlanda.

Las campanas en el culto a Dios


Dependiendo de la iglesia a la que asistas, es posible que escuches el sonido de las campanas en momentos clave de la Misa.

Si bien ya no es una práctica universal en la Iglesia católica, apunta a una antigua práctica histórica que despierta nuestros sentidos durante la liturgia.

Al describir las vestiduras usadas por los sacerdotes de Israel como Aarón, Dios le explica a Moisés cómo se deben preparar las campanas.

«En todo su ruedo inferior harás granadas de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino torzal; y entre ellas, también alrededor, pondrás campanillas de oro: una campanilla de oro y una granada; otra campanilla de oro y otra granada; así por todo el ruedo inferior del manto. Aarón lo llevará en su ministerio y se oirá el tintineo cuando entre en el Santuario, ante Yahveh, y cuando salga; así no morirá»

Éxodo 28, 33-35

Las campanas formaban parte del culto divino, tanto para hacer sonar un sonido alegre ante el Señor como para alejar a los malos espíritus. 

Sonidos litúrgicos

A medida que creció el cristianismo, las campanas se agregaron lentamente a la liturgia de varias maneras. 

Al principio, las campanas se montaban en torres fuera de las iglesias para llamar a la gente a adorar, pero pronto se usaron campanas de mano para propósitos similares. 

Más en línea con el Antiguo Testamento, las campanas pequeñas se adaptaron en las iglesias orientales de varias maneras, por ejemplo unidas al incensario que llevaba el incienso utilizado en el culto divino.

En el Rito Romano, los monaguillos eventualmente usaban campanillas para marcar momentos importantes durante la Misa. Actualmente sigue siendo una opción, como se señala en la  Instrucción General del Misal Romano

«Un poco antes de la consagración, si corresponde, un ministro hace sonar una pequeña campana como señal a los fieles. El ministro hace sonar también la campanilla en cada elevación por el sacerdote, según la costumbre local» (n. 150).


Para qué las campanas en Misa

Las campanas tienen un gran poder espiritual y alertan nuestros sentidos de lo que se desarrolla ante nosotros. 

No solo provocan nuestra atención, sino que también son un «ruido de alegría» en los momentos cruciales de la Misa cuando Dios desciende del cielo y toma la apariencia de pan y vino.

No pretende ser una distracción, sino otra forma de alabar a Dios y enfocar nuestra atención errante. O como canta el salmista (Salmo 150, 5-6):

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