La abdicación de un rey

 Se cumplen tres meses desde que el Frente Popular – gobierno social comunista español - , obligara al Rey Juan Carlos I a exiliarse provisionalmente, cuando no había ninguna imputación en firme que le obligara a ello, declaraciones de una amante despechada?...

 Se ha ponderado siempre el legado de su reinado y, de repente, se convierte en un personaje objeto de toda suerte de críticas. Nadie duda de su papel en la Transición, pero yo que nunca he sido monárquico y menos juancarlista, he tenido muchos reparos sobre su modo de proceder, cuando la mayoría le elogiaba, y no hablo sólo de cuestiones de faldas, que eso sólo le atañe a su conciencia, aunque a decir verdad, creo que si de algo debe valer la institución de la monarquía es que debe ser ejemplar o, al menos, parecerlo. En este sentido, desde luego el rey Juan Carlos no ha sido nada ejemplar y eso bien lo sabe su sufrida esposa, la Reina Sofía, que ella sí ha sido y sigue siendo un modelo de saber estar.

 Y digo que en la trayectoria del rey Juan Carlos veo más luces que sombras: siendo aún Príncipe, Jefe de Estado en funciones durante la última grave enfermedad del anterior Jefe del Estado Francisco Franco, acudió a arengar a las tropas a El Aiun, la capital de la entonces provincia española de el Sahara, en 1.975, para unos días después consentir con la aquiescencia del Gobierno preocupado por el estado de salud del Caudillo, la Marcha Verde, que obligó a la Legión a abandonar de forma ignominiosa un territorio sobre el que teníamos una grave responsabilidad. Ya en la Transición, eligió como Presidente de Gobierno a Adolfo Suárez, frente a la alternativa de Manuel Fraga, que había trabajado desde dentro del régimen por una transición pacífica hacia la democracia. Parecía que Suárez era más liberal, olvidando que fue Secretario General del Movimiento. Y el Golpe de Estado del 23 F de 1.981?, no el de Tejero, sino el otro, el que trataba de formar un Gobierno de concentración nacional, con la participación también de socialistas y comunistas, todo el arco parlamentario, en un momento de crisis y de acoso permanente del terrorismo etarra. En las bambalinas estaba el general Alfonso Armada, amigo íntimo del Rey, al igual que el general Milans del Bosch, que sacó los tanques a la calle en Valencia. Alguien cree realmente que tomaron tal iniciativa sin el conocimiento del Rey?. Tengo para mi, que al cruzarse el golpe de Tejero, absolutamente imprevisto, el Rey se echó atrás y, entonces sí, pronunció el discurso en TVE contra el golpe. Y qué decir sobre su silencio frente a los ataques al Caudillo, al que le debía el Trono. Jamás le oí una palabra de gratitud y reconocimiento hacia quien fue casi un padre, cuando lo trajo a Madrid para formarle de cara a sus futuras tareas como jefe de estado y a ganarse el cariño del pueblo. Por no hablar de sus simpatías hacia el PSOE, nada ocultas y, en cambio, su antipatía hacia el Presidente Aznar.

 Ante su abdicación, recuerdo la que protagonizó siglos atrás el Emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, quien quebrada su salud por una azarosa vida de viajes, guerras… se retiró para morir al monasterio de Yuste. El Emperador no siempre tuvo una vida ejemplar, tras la muerte de su amada Isabel, tuvo algún devaneo (en Regensburg – Ratisbona, donde empecé a pelearme con el idioma alemán, tuvo un escarceo con una teutona, del que tuvo un hijo, entre otras aventuras), pero sin duda, su talante fue otro bien distinto al de nuestro actual Emérito. Tampoco llevó una vida, lo que le restaba, de austeridad monástica, ya que siguió disfrutando de su proverbial apetito.

 Pero si poco ejemplar ha sido la vida del Rey Juan Carlos, veremos qué nos depara el nuevo, tan recto y virtuoso en apariencia, al menos hasta ahora, que se sepa, no le ha podido la vena borbónica tan amiga de faldas. Claro que a su lado no tiene a una reina profesional, como su padre, sino a una confesa republicana…. Que Dios nos pille confesados!

 

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