Los madrileños festejamos a la Virgen de la Almudena

 Ayer, 9 de noviembre, los madrileños festejamos a nuestra patrona la Virgen de la Almudena, de forma un poco deslucida, a causa del Covid. Sin embargo, ninguna pandemia puede con la devoción que el pueblo de Madrid siente por su patrona, que nos ha acompañado desde hace siglos, en todo momento, también en las dificultades. Su nombre viene del término árabe “almudayna”, que significa “ciudadela”, refiriéndose a la ciudadela árabe que se encontraba en la cima, donde hoy se levanta la catedral y el Palacio Real. Cuenta la tradición que, al llegar los invasores musulmanes, los cristianos decidieron esconder la imagen de su venerada Virgen en un cubo de las murallas defensivas, junto con dos velas. En 1.085, cuando el Rey Alfonso VI reconquista la ciudad, se propone encontrar la talla objeto de tal devoción popular. Tras rogativas y plegarias infructuosa, se organiza una procesión, al pasar ésta a la altura de un cubo de la muralla, en la Cuesta de la Vega, se derrumba y aparece la Virgen conocida anteriormente como Santa María la Mayor, con las velas aún ardiendo tras siglos encendidas. Otra leyenda atribuye parecido milagroso descubrimiento al Cid, que habría reconquistado la ciudad, pero históricamente es más veraz la conquista por el rey castellano.

 Desde entonces y aunque Madrid tiene otras vírgenes objeto también de gran devoción, como la de Atocha o la de la Paloma, sin duda, la de la Almudena es la que más ha arraigado. La catedral que la alberga es de reciente construcción, para mi de gran belleza, aunque en cuestión de gustos no hay nada escrito. No tiene la fama de la Sagrada Familia – sin desmerecer, me confieso gran admirador de Gaudí-, pero la barcelonesa sigue inconclusa después de tanto tiempo de iniciada y, en cambio, los madrileños sí hemos sido capaces de concluir la nuestra.

 Confiemos que en 2021 podamos volver a ver procesionar a nuestra Virgen, honrarla con flores y celebrarla con el bullicio habitual de chulos y chulapas, barquilleros, organillos y las cofradías madrileñas engalanadas con sus mejores galas regionales.

 

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