Los pucherazos electorales de la muy "democrática" izquierda en España
El historial anti democrático de la izquierda en general y, muy en particular, del PSOE, está perfectamente acreditada. Desde el mismo fundador del PSOE, Pablo Iglesias, y sus amenazas en sede parlamentaria desde el mismo momento en que tomó posesión de su escaño, pasando por la connivencia del partido con la Dictadura de Primo de Rivera (Largo Caballero ocupó sillón ministerial en su Gobierno), hasta por supuesto los numerosos fraudes electorales perpetrados durante la malhadada y nada democrática II República. Centrándonos sólo en este último periodo histórico, la izquierda y la Masonería apoyaron el Golpe de Estado de Jaca, al final de la Monarquía, en 1.930, felizmente abortado. En las posteriores elecciones MUNICIPALES, de 1.931, en las que se dirimía exclusivamente la composición de los consistorios, tras ganar los candidatos republicanos en algunas capitales de provincia, se apresuraron a extrapolar esos resultados, sin esperar al completo recuento, proclamando de forma ilegal la República. El Rey, cobardemente – bien es cierto, que abandonado por todos-, marchó al exilio.
El caso de la provincia
de Sevilla es ilustrativo del proceso golpista que se vivió en aquellas
elecciones. En muchos municipios la votación quedó interrumpida por los
alborotos izquierdistas. Aun así, en la provincia de Sevilla, los monárquicos
obtuvieron 966 concejales y los
republicanos, 329. Pero la agitación callejera
se impuso y se proclamó la república sin respetar la legalidad.
Una vez expulsado el rey
y establecido el nuevo régimen, y a la vista de las irregularidades, se
repitieron las elecciones... pero solo en los municipios donde habían ganado los
monárquicos. Y solo después de haber permitido la actuación
violenta de la izquierda quemando iglesias y hostigando a los candidatos
monárquicos y de la derecha.
Y en esta ocasión los
resultados fueron exactamente al revés: 981 concejales
republicanos frente a 5 monárquicos. Así se
proclamó la muy “democrática” república española.
En cuanto a la
Constitución de 1931, no fue votada por los
españoles. Democracia socialista republicana.
Más pucherazo socialista
1933. Más memoria
histórica socialista. Elecciones generales celebradas con el sistema electoral
aprobado por la izquierda en 1931, un sistema cuyo objetivo confeso era que
la derecha no pudiera ganar nunca unas elecciones en la
república.
La Confederación
Española de Derechas Autónomas (CEDA) ganó las elecciones. Entonces los
socialistas exigieron al presidente de la república que anulara los resultados
de los comicios, cambiara el sistema electoral y volviera a convocar
elecciones.
Y el
PSOE garantizó una ola de violencia si la CEDA accedía al
Gobierno. Su líder, José María Gil-Robles, renunció a encabezar el Gobierno para
evitar más violencia.
Pasado un año, en 1934,
el presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux, del centrista Partido
Republicano Radical, creyó que las aguas se habían calmado y nombró a tres
ministros de la CEDA, el partido vencedor en las elecciones.
Entonces el PSOE
incendió España. Llamó a la huelga revolucionaria en
todo el país y estalló la sublevación violenta con
focos en Asturias, Cataluña, León, Valladolid, Ferrol y otros puntos, mientras
Esquerra Republicana proclamaba su república particular. Democracia socialista
republicana.
“Tendremos una guerra civil”
Más memoria histórica
socialista. 1936. Convocatoria de elecciones generales. El secretario general
del PSOE, Largo Caballero, anuncia el programa electoral socialista:
Si triunfan las derechas
tendremos que ir a la guerra civil declarada.
El Socialista,
el periódico del PSOE, recogía el 29 de enero de 1936, medio año antes del
inicio de la guerra civil, la siguiente reflexión sobre el carácter de las
elecciones de aquel año:
Estamos en guerra civil.
Guerra civil y sin tregua. Una historia dilatadísima prueba hasta la saciedad
que a las derechas españolas solo a palos se les puede hacer entrar en razón.
Las elecciones de
febrero de 1936, supuestamente ganadas por el Frente Popular, fueron
otro fraude. Las papeletas desaparecidas, los sobres rotos, las
tachaduras en las actas, la falsificación de los documentos que se enviaban a
las juntas del censo y en muchos casos su desaparición, se unieron a la
violencia en las calles.
En ciudades como La Coruña,
Lugo, Tenerife o Cáceres ganaron las derechas. Sin embargo la alteración de
documentos, las agresiones y la presión directa consiguieron que se proclamara
la victoria del Frente Popular.
Si no se hubiera
producido semejante fraude, en las elecciones del 36 “izquierdas
y derechas habrían quedado equilibradas: entre 226 y 230 escaños los primeros,
y entre 223 y 227 los segundos”, según el más reciente y
exhaustivo estudio sobre aquellas elecciones, 1936, fraude y
violencia en las elecciones del Frente Popular, obra de los
historiadores Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García. Democracia
socialista republicana.
Desde su participación
en la dictadura de Primo de Rivera hasta su
actual alianza con los cómplices de los terroristas etarras aposentados en
Bildu, toda la historia del PSOE está manchada.
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