El pasado 18
de noviembre se cumplió un siglo de la legalización del aborto en la extinta
URSS, el primer país en donde se legalizó y de ahí, se extendería al resto del
mundo, acompañando a la tiránica ideología comunista que habría de causar
millones de muertos e indescriptible dolor y sufrimiento. El impulsor fue el
tirano Lenin, quien años antes ya había reivindicado el aborto como un derecho
de la mujer.
Un siglo
después y según reconoce la propia OMS, se abortan cada año de forma legal más
de 50 millones de niños en todo el mundo, estando despenalizado en buena parte
de los países dicha práctica. Sólo en unos pocos países está prohibido
completamente, y en algunos con restricciones. En la inmensa mayoría de
Occidente las leyes abortistas son muy permisivas y, en algunos lugares,
incluso se permite abortar hasta el momento del parto.
Sin embargo,
hay una resistencia cada vez más organizada a que el aborto se reconozca como
un derecho. En la reciente Declaración de Consenso de Ginebra, hasta 33 países,
entre los que están EE.UU, Brasil, Polonia o Hungría, se defendía la familia y
se oponía al aborto como derecho.
En este último
siglo y, pese a que la Ciencia ha demostrado fehacientemente que un feto es un
ser humano desde el mismo momento de la concepción (y no un amasijo de células,
como pretende la propaganda del todopoderoso lobby abortista), se ha
sacrificado la vida de miles de millones de niños.
Hasta el final
de la Segunda Guerra Mundial, el aborto legal se limitó a la antigua URSS y los
países controlados por su régimen. Luego se incorporaron Suecia y Japón a esta
legislación criminal y, ya en las décadas de los 60s y 70s, se sumaron muchas
democracias europeas. En EE.UU., la Corte Suprema aprobó el aborto en 1.973,
con la famosa Ley Rose vs Wade (basada en una mentira, como se demostró años
más tarde, pese a lo cual, no se derogó). En España, se despenalizó en 1.985,
teóricamente muy restrictiva, pero en la práctica un auténtico coladero.
Además, se ha legislado sucesivamente cada vez de forma más permisiva hasta
degenerar prácticamente en el aborto libre. Desde aquel fatídico año, se han
abortado de forma legal en nuestro país más de 2,5 millones de bebés (luego nos
quejamos del invierno demográfico en España!), sin contar muchos miles más mediante
métodos químicos y píldoras abortivas.
El aborto es
el legado del régimen comunista de la URSS, que Occidente ha adoptado
sumisamente. Se da la paradoja de que Rusia tiene un extensísimo territorio,
despoblado, lindante con la super poblada China. Cada mujer rusa ha sufrido
entre 3 y 6 abortos. El objetivo de Lenin y los comunistas era terminar con la
familia, como institución burguesa, por lo que además del aborto, suprimieron
el matrimonio religioso y legalizaron el divorcio libre. Todas estas legislaciones,
que luego han ido incorporando los países occidentales, tienen su origen pues
en un régimen dictatorial, no en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y no se pueden contemplar, por tanto, como derechos.
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