Cuando el crucifijo y San Juan Pablo II dieron un signo a los cristianos de Irak

 El sacerdote Rebwar Audish Basa (autor del libro: Un mártir del Yihadismo. La historia del padre Ragheed Ganni – ed. Ayuda a la Iglesia Necesitada 2017), compartió con Aleteia sus recuerdos sobre san Juan Pablo II, quien alimentó con su testimonio la esperanza de los cristianos perseguidos en Irak, aunque si le impidieron su visita ‘religiosa’ a esa nación vinculada con la historia de la salvación.

El sacerdote caldeo iraquí revela detalles biográficos de la influencia espiritual que tuvo el Papa polaco en los últimos años de vida de dos pastores que son emblema de la persecución cristiana en el nuevo Irak: Monseñor Paulus Fraj Rahho (obispo secuestrado y asesinado en 2008) y padre Ragheed Ganni (masacrado en 2007).

La situación política no lo permitió, pero antes del gran Jubileo, el Papa Wojtyla tenía el deseo de visitar a Ur de los Caldeos, la actual Tal al Muqayyar, en el sur de Irak. Ahora, será el papa Francisco el que cumplirá esa misión de Pedro en la tierra de Abraham.

El Crucifijo

Los cristianos perseguidos claman justicia en Irak. Fanáticos y militantes islámicos declararon guerra al pueblo ‘nazareno’ desarmado, inerme; primero Bagdad, y luego en Mosul. La violencia fue sistemática.

El 7 de diciembre de 2004, el Palacio Arzobispal de Mosul fue atacado, recuerda el sacerdote Basa. Los militantes islámicos querían destruir el Palacio, pues era un símbolo cristiano histórico.

El Padre Ragheed Ganni, que también era secretario del arzobispo y estaba en el edificio. Se escondió en un rincón para evitar ser atrapado cuando las bombas explotaron, destruyendo gravemente la casa del arzobispo.

Permaneció ileso y cuando salió dio gracias a Dios porque estaba vivo. Él observó que en el salón del Arzobispado quedaba una pared en pie de la que no se habían caído dos objetos: el Crucifijo y un cuadro del Papa Juan Pablo II.

“Enseguida pensé que ellos pueden destruir edificios, pero no la Iglesia, que es de Dios”, dijo Padre Ganni, quien a la edad de 35 años fue asesinado (3 de junio de 2007), junto a tres sub diáconos en la iglesia del Santo Espíritu de Mosul.

A sus verdugos que le increparon porque rechazó cerrar su parroquia, argumentó, antes de recibir varios disparos: “No puedo cerrar la casa del Señor”.

La Santa Sede en 2018 autorizó el inicio de la causa diocesana del proceso de beatificación del padre Ganni considerado mártir por la comunidad católica iraquí.

“Aparta de mí esta copa”

El sacerdote Rebwar Basa cuenta que padre Ragheed adoptó como lema de su sacerdocio un versículo del Evangelio según Lucas (22,42): ««Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.». “Y pensar que ese lema estaba ligado al cáliz que iba a beber”, agregó Basa. 

Basa también fue estudiante del padre Ganni que ensañaba ecumenismo en la Facultad de Teología de Bagdad y rememoró la cercanía del presbítero martirizado hace más de 14 años con la figura de san Juan Pablo II.

Como diácono, padre Ganni tuvo la oportunidad de estar cerca del Sumo Pontífice, participando en la solemne Misa de Pascua de 2001 en la Plaza de San Pedro, presidida por san Juan Pablo II, y sirviendo en el altar.

Y cuatro días después de su ordenación sacerdotal, el miércoles 17 de octubre de 2001, participó con su familia y las familias de otros dos sacerdotes iraquíes ordenados con él, en la audiencia general de Papa Wojtyla y recibió su bendición para esta nueva vida y esta nueva misión.

El obispo Rahho martirizado

Monseñor Paulus Fraj Rahho tras el bombardeo de su curia episcopal y de la iglesia de Tahra, en el río Tigris, en Mosul, el 7 de diciembre de 2004 también tenía una afinidad con el papa Juan Pablo II.

El obispo asesinado agradeció al Papa Wojtyla en una homilía apenas después de los ataques: “El Papa había hecho el llamamiento para evitar la guerra, y siempre reza por Irak, por el pueblo iraquí y por la Iglesia de Irak”.

Y luego rememoró la destrucción de la sede arzobispal: “Todos los cuadros de la planta baja se cayeron (a causa de la explosión), excepto el cuadro de Su Santidad, nuestro Papa, que es el símbolo de la Iglesia, el símbolo de la persistencia de la Iglesia y el símbolo de la vida de la Iglesia… Esto indica también que (el Papa) reza por su Iglesia”.

Cuatro años pasaron, Monseñor Rahho fue secuestrado en Mosul el 29 de febrero de 2008 y el 13 de marzo su cuerpo fue encontrado sin vida.

Padre Rebwar Basa cuenta que el obispo Rahho también desafío a los extremistas por el simple hecho de celebrar la Misa y realizar una procesión en la parroquia que padre Ganni no quiso cerrar.

“Su ejemplo, después de Jesús, era San Pablo, por lo que lo eligió como patrón de la parroquia que había fundado y de la iglesia que había construido, la iglesia de San Pablo, en Mosul. Y cuando fue nombrado obispo, eligió Paulos como nombre de obispo”.

“Señor, perdónalos”

El obispo martirizado afirmaba que Jesucristo “nos ha enseñado a perdonar y a amar, así que, por favor, ni vosotros ni yo debemos guardar rencor u odio a nadie. Jesús, mientras estaba en la cruz, perdonó a los que le habían hecho el mal, y nosotros, siguiendo su ejemplo, perdonamos, y repetimos con nuestro Señor: «Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

Un año después del suceso, el padre Ragheed, que había sobrevivido al atentado, afirmó haber «renacido a una nueva vida». El sacerdote martirizado estaba entre los presentes y concelebró con Monseñor Rahho esa Misa sobre las ruinas de la curia episcopal de la diócesis caldea de Mosul y de la antiquísima iglesia de Tahra.

Paz, justicia y memoria

«La guerra siempre es una derrota de la humanidad”, había dicho Juan Pablo II ya en 1991 sobre la guerra en el Golfo. Proféticamente advirtió al mundo por “las trágicas consecuencias que podría tener una guerra en aquella área”.

30 años después, el sacerdote iraquí Rebwar Basa asegura que hoy la humanidad debe enfrentarse a la difícil tarea de reconocer el genocidio contra las minorías en Irak y especialmente contra los cristianos y los iazidíes. “Hay que conseguir que no se repita y se escuche la voz de paz del Papa y de la Iglesia”.

Precisamente, el viaje del papa Francisco a Irak ayudará a dar visibilidad a la situación de los cristianos que permanecen en el país (menos de 300.000), creando un clima de paz. La comunidad cristiana espera ayudas para poder reconstruir casas, iglesias, ciudades, etc.

Basa considera importante una reforma constitucional en Irak para que se respeten los derechos humanos y se garantice la igualdad, la libertad, especialmente la libertad religiosa.

Asimismo, el sacerdote caldeo iraquí, hoy radicado en Alemania, invita a que en Occidente se de la prioridad del derecho de asilo a las minorías perseguidas. Y augura que la visita del Papa Francisco acelere la canonización de los mártires de la fe de la Iglesia de Irak.

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