Los evangelios presentan a María Magdalena como una discípula de Jesús, testigo presencial de su muerte en la cruz, y primera testigo de su resurrección.
En los cuatro evangelios hay doce referencias a ella, once de las cuales se vinculan directamente con la pasión y resurrección de Jesús.
Sólo Lucas (8, 2-3) agrega el detalle de que “María, llamada la Magdalena” era la mujer a quien Jesús liberó de siete demonios. No se sabe nada más. Tampoco puede afirmarse que haya sido prostituta como se cree comúnmente.
Gozó del privilegio de ser la primera en contemplar el Resucitado. Y fue enviada por el mismo Jesús a anunciar a los apóstoles la buena noticia.
Puesto que “apóstol” significa “enviado”, puede comprenderse, siguiendo este sentido, que tanto los padres de la Iglesia como Juan Pablo II la nombrasen con el apelativo de “apóstol de los apóstoles”.
La simpatía que recayó sobre María Magdalena, tanto en el cristianismo primitivo, como en el resto de la historia de la Iglesia, se refleja en la cantidad de templos dedicados a ella en Europa.
Miles de turistas se acercan cada año a Washington para visitar sus monumentos más emblemáticos. Memoriales y estatuas erigidas en honor a personalidades como Abraham Lincoln o a los soldados caídos en las guerras de Corea o Vietnam. En la explanada del Capitolio, todos contemplan a un lado y otro del obelisco a Washington la monumentalidad de estas obras. A pocos pasos de allí y a escasos metros de la Casa Blanca, una figura de bronce honra la figura de Isabel I, reina de Castilla, cuyo papel en el devenir de la humanidad fue clave en la era moderna. Pocos en los Estados Unidos conocen realmente la figura de Isabel la Católica dentro de la historia del descubrimiento de América. La figura principal de aquellos hechos es Cristóbal Colón y, dado su supuesto origen italiano, muchos identifican el inicio del descubrimiento como una hazaña italiana. Pero la verdadera historia esconde el carácter visionario de una reina que, a diferencia del resto de monarcas reinantes en su tiempo a los
A raíz de la guerra en Ucrania, los católicos de todo el mundo miran hacia sus hermanos grecocatólicos, aproximadamente un 10% de la población del país. " Cualquier ocupación rusa del territorio ucraniano conduce a la destrucción de la Iglesia greco-católica ucraniana" , explicaba un documento firmado el 10 de marzo por el arzobispo mayor grecocatólico Sviatoslav Shevchuk y otros obispos de su iglesia. No se basan solo en los hechos recientes (no quedan clérigos en las iglesias grecocatólicas de los territorios ocupados por Rusia, son expulsados o apresados) sino en la experiencia del dominio soviético , una experiencia de totalitarismo cercano que se esfuerzan por recordar al mundo. Los grecocatólicos recuerdan a sus catequistas clandestinos, como el sacerdote Pavlo Madyar, evangelizador a escondidas en las montañas y llanuras de Transcarpatia , y un autor que reflexionó sobre lo que el totalitarismo hace a los hombres. Un poco de historia: los grecocatólicos en la U
El cardenal Francisco Ximénez de Cisneros (1436-1517), arzobispo de Toledo (1495), fue una de las figuras más relevantes en la historia de la Iglesia en España, pues llevó a cabo una profunda reforma que la inmunizó contra el luteranismo, y de la historia de España misma, en cuanto confesor y consejero de Isabel la Católica y dos veces regente (1506, a la muerte de Felipe el Hermoso , y 1516, a la muerte de Fernando el Católico ). Impulsó asimismo una profunda renovación cultural, que abarca desde la fundación de la Universidad de Alcalá (1499) a la publicación de la Biblia Políglota (1514-1517). La figura que avaló y apoyó a Cisneros en todo momento fue el cardenal Pedro González de Mendoza (1428-1495). Siendo él obispo de Sigüenza, le nombró vicario general y provisor de la diócesis. Luego sugiere su nombre a la Reina como confesor para que orientase su conciencia en las tareas de reforma que estaban emprendiendo Isabel y Fernando. Y cuando Mendoza se está muriendo y le vi
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