Las universidades católicas, pioneras en la presencia de jugadores negros en la NBA
La NBA va a celebrar durante toda la temporada el 75º aniversario de la inclusión en sus filas de jugadores de color. Un hito en el que tuvieron mucho que ver personalidades católicas y, sobre todo, las universidades católicas.
Lo cuenta Antonio Giuliano en Avvenire:
Intentad imaginar la historia del baloncesto sin los mates de Michael Jordan, los ganchos de Jabbar, las asistencias de Magic Johnson o los tiros en suspensión de Kobe Bryant... Probablemente hablaríamos de otro deporte. Sin duda, el baloncesto no habría tenido la magia, el encanto y el seguimiento que los grandes jugadores afroamericanos han dado a la pelota de competición.
Desde Bill Russell hasta LeBron James, desde Julius Erving hasta Shaquille O'Neal, desde Olajuwon hasta Stephen Curry: desde sus orígenes hasta nuestros días, los jugadores negros han escrito y siguen escribiendo páginas legendarias bajo la canasta.
Tres pioneros en 1950
Es por tanto comprensible que la NBA quiera conmemorar con todos los honores el 75º aniversario de los primeros jugadores afroamericanos de la liga estadounidense. Durante toda la temporada 2025-26 se rendirá homenaje a los pioneros Chuck Cooper (1926-1984), Nathaniel "Sweetwater" Clifton (1922-1990) y Earl Lloyd (1928-2015).
- se ha instituido para siempre un día especial, el NBA Pioneers Day, el 1 de febrero de 2026: cada año, dos equipos diferentes competirán por un trofeo ad hoc (el NBA Pioneers Classic). En esta primera edición, el desafío será entre los Milwaukee Bucks y los Boston Celtics.
Si en 1950 Cooper fue el primer jugador negro seleccionado por la liga (25 de abril), Clifton fue el primero en firmar con un equipo de la NBA (24 de mayo) y Lloyd fue el primero en jugar un partido de la NBA (31 de octubre).
"Su valentía y determinación cambiaron el curso de la historia", explican los dirigentes de la famosa liga estadounidense. Sin embargo, es una pena que, junto al merecido reconocimiento de la grandeza de los pioneros, falte al menos una mención a aquellos que tuvieron la audacia de lanzarlos.
Walter Brown, el dueño católico de los Celtics
Hay que retroceder entonces a los Estados Unidos de la postguerra, marcados por fuertes barreras raciales. Existía una regla no escrita entre los propietarios de equipos de baloncesto, todos ellos blancos, según la cual los jugadores afroamericanos no serían reclutados en la NBA.
Walter Brown, ferviente católico y primer propietario de los Boston Celtics, nunca estuvo de acuerdo con esta norma. En 1950, en una pequeña sala donde se reunían todos los propietarios, Brown anunció: "Boston ficha a Chuck Cooper, de la Duquesne University". "Walter, ese es un negro", habría declarado uno de los otros propietarios. Y fue entonces cuando pronunció una frase que se ha convertido en icónica: "No me importa si es a rayas, a cuadros o de lunares. Boston ficha a Chuck Cooper, de la Duquesne University", respondió Brown con énfasis.
Una declaración que derribó el muro racial, animando también a otros propietarios a fichar a jugadores de color. De hecho, pocos meses después, los Washington Capitols eligieron a Earl Lloyd y los Knicks ficharon a Nat "Sweetwater" Clifton.
Las universidades católicas
Pero tampoco es casualidad que Cooper llegara a la NBA gracias a los Dukes de la Duquesne University, una universidad católica de Pittsburgh, Pensilvania, fundada por la Congregación del Espíritu Santo, una orden misionera francesa dedicada a la educación y la justicia social.
El papel que desempeñaron las universidades católicas en la integración de los afroamericanos fue decisivo. Las instituciones educativas fundadas desde finales del siglo XIX por jesuitas, agustinos y maristas hicieron del baloncesto una herramienta de evangelización e inclusión.
El mismísimo Bill Russell, leyenda del baloncesto, destacó en el equipo de los Dons de la Universidad de San Francisco, fundada en 1855 como Saint Ignatius Academy por tres jesuitas de origen italiano (Antonio Maraschi, Joseph Bixio y Michael Accolti).
La universidad contaba con varios jugadores negros y se negaba a aceptar invitaciones a torneos o eventos que impusieran restricciones raciales (por ejemplo, hoteles segregados), apoyando abiertamente a sus atletas. Dirigidos por el entrenador Phil Woolpert, los Dons, con Bill Russell y otro jugador negro, K.C. Jones, llevaron al equipo a dos títulos consecutivos (1955 y 1956) de la NCAA [National Collegiate Athletic Association, la asociación que aglutina las ligas universitarias en decenas de deportes].
Y ¿cómo olvidar la revolución de los Ramblers de la Loyola University de Chicago? Una vez más, un ateneo jesuita.
Hablamos de la universidad que en 1961 comenzó a alinear a cuatro afroamericanos en una época en la que existía la regla no escrita de que como máximo podían jugar tres. La Loyola se convirtió también en el primer equipo de la NCAA en alinear una formación "totalmente negra" en el partido contra Wyoming, el 29 de diciembre de 1962.
Pero el caso que causó más revuelo tuvo lugar al año siguiente: la victoria de los Loyola Ramblers contra el equipo totalmente blanco del Mississippi State. Un partido que acaparó la atención de todo Estados Unidos porque los Bulldogs de Mississippi desafiaron una orden judicial estatal que les prohibía jugar contra una escuela con jugadores negros. Loyola demostró no solo ser competitiva (en 1963 incluso ganó el título de la NCAA), sino que una nueva barrera había sido derribada. Ese encuentro pasó a la historia como "el partido del cambio": nunca antes un partido había tenido tanta influencia, no solo en el baloncesto universitario, sino también en el deporte y en la lucha por los derechos humanos.
Y así, el baloncesto tampoco volvería a ser el mismo. Luego llegaron Doctor J y Air Jordan, pero el gran salto ya se había dado.
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